
Pedro Sánchez Sanz es nacido en Sevilla, el Reino de España, en 1970.
El es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Sevilla.
Ha publicado una colección de relatos, Huidas imposibles (Ed. Premium, 2011), por uno de cuyos relatos recibió el Premio Internacional Platero de Relato, del Club del Libro en Español en la O.N.U. (Ginebra, Suiza).
También ha publicado y recibido otros galardones por libros de poesía:
Ciudadela Sitiada (Premio Ciudad de Lepe, 1998); Nocturno en amaranta (Premio Barro, 1999); Islas de la memoria. Plaquette (Premio Internacional de poesía Rilke, 2001); Las huellas en la nieve (Premio El Ermitaño, 2003); La piedra nocturna (Ed. Origami, 2011); Memoria del amor deshabitado (Ediciones En Huida, 2011); La templanza y otros georemas (Ed. Anantes, 2013); Un relámpago atrapado en un puño. Haikus (Ed. Origami, 2014); Abisales (Ed. Lastura, 2015); Razón de las islas (Ed. Anantes, 2017); Refugio en el vuelo (Chamán ediciones, 2019); Hilo negro (Ed. Juglar, 2022).
Ha sido miembro del consejo editorial de la revista cultural El ático de los gatos y de la revista de poesía CAL. Actualmente codirige Juego de Espejos, colección de cuadernos de traducción poética.
Ha traducido y publicado una antología del poeta británico Edward Lucie-Smith, titulada Hacia el silencio (2016), Voces de Portugal (2017), una selección de poetas portugueses actuales, y en 2018, del portugués, los libros Hilo de plata y ceniza, La belleza de los tulipanes y Lo real lo arrasa todo de Isabel de Sá, así como las obras Éter, de Sandra Santos y Terca marea, de Manuel Neto dos Santos.
Numerosas textos y traducciones suyas han aparecido en publicaciones tanto digitales como impresas, de las que Alameda 39, Odisea Cultural, Clarín, Aspectus, Oceanum o El Coloquio de los Perros son algunos ejemplos.
Poemas suyos han sido traducidos al francés, al portugués y al rumano.
Te ofrecemos leer algunos poemas del libro escrito por Pedro Sánchez Sanz y titulado “Hilo negro”, Editorial Juglar, 2022.
EN LAS NUBES
Adolescente fui en días idénticos a nubes.
Luis Cernuda
Parecías flotar sobre las cosas,
ligeros los pies, el corazón roto
y recompuesto en cada estación,
a cada paso.
Transparente, el mundo
se ofrecía voraz ante tus miedos,
como primera caricia incendiaria.
Pisabas suelo y cielo
envuelto en una llama de pureza
que no se consumía.
Eran tus ojos rayos
que limaban las durezas del mundo.
Ignorabas que es siempre
más dura la caída.
MUDANZA
Salgo de la ciudad hacia un nuevo destino.
Conduzco a través del paisaje alterado
por el viento, que lo sacude inmisericorde
y cambia tiempo y espacio mientras avanzamos.
He visto un árbol caer cuando conducía;
Battiato en la radio cantaba retorna el anhelo
de vivir a otra velocidad.
El mundo pasa a nuestro lado raudo y veloz
como un ave de presa que volara en picado,
dentro del coche el tiempo gotea un ritmo lento.
Los almendros en flor a lo largo del camino
nos ofrecen el esplendor de su mudanza
con secreto mensaje de imposible blancura.
El camino continúa, el destino espera
y a cada paso se dan cambios imperceptibles
en la mirada, en el corazón tan vulnerable;
pequeñas muertes nómadas que nos alejan,
hasta caer como aquel árbol, sin hacer ruido.
DE RAÍZ
El dolor es sólo para los vivos,
a los muertos ya les llegó su tregua.
Es agudo el dolor,
punzante la palabra que lo nombra.
Queremos arrancarlo de raíz,
como una muela podrida, un recuerdo
malsano, una astilla envenenada,
sin saber que nos hace
herederos del aullido animal,
que es consigna común,
puente de piel entre todas las islas.
Sentimos el impulso irrefrenable
de limpiar la herida,
de extirpar la bala del corazón
invisible dentro del corazón
y convertirlo en fortaleza alada,
aunque al hacerlo saquemos simiente,
metralla con nuestro nombre grabado.
LA MEMORIA INMÓVIL
En aquella película
los protagonistas languidecían
en su memoria inmóvil.
Se sentían enfermos los domingos,
las miradas perdidas
en las luces de un bosque imaginario.
Negras ausencias los acompañaban
en el tiempo como sombras errantes,
del corazón colgadas.
La memoria es todo lo que acontece
entre nuestras vísceras y la piel.
Entonces aprendí
a dejar todas las puertas abiertas
y exponer por la casa
las sábanas sudario
de los cadáveres impertinentes.
Y a encender el ventilador del pecho
para airear los recuerdos, la imagen
desenfocada de todo fracaso.
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